miércoles, 12 de junio de 2019

¿Cuánto falta para llegar?


Hace 7 años me he enamorado, de una mujer hermosa. Comenzamos corriendo, nos dijimos te amo y las cosas fueron de un lado para otro. Mi vida ya era un caos y la suya un misterio. Yo estaba aprendiendo a amar, ella aprendía a no tener miedo. Aprendí a besarla y todo se volvió indispensable. Memoricé el color de sus ojos, el perfume en su cuello, la textura de su piel. Pasaron las noches y de pronto la soñaba a diario, la quería todo el tiempo y me desesperaba el futuro. Ella y yo hablábamos un distinto idioma y nunca nos entendíamos, sólo sabíamos besarnos, decirnos te amo y abrazarnos hasta sentir nuestros latidos. Los meses pasaron y no pudimos, nos ganó el carácter, la confusión y la edad. Nos separamos y conocí el desamor, la soledad, el perder a alguien que no quería lejos y el no poder hacer algo para recuperarla. Los meses pasaron y pretendimos seguir con nuestras vidas, su recuerdo se volvió borroso, su perfume un sueño y su sonrisa una foto antigua que nunca encontré. 

Creí que con el tiempo y con los años la olvidaría, que en otros brazos encontraría la felicidad que algunos viejos me dijeron que podía reemplazar. Según medio mundo ella era un amor primerizo, un sentimiento prematuro, la adrenalina de lo imposible. Se equivocaron.
Me encontré en la soledad más profunda, con su nombre prohibido y un recuerdo confuso. Su voz se convirtió en un susurro y los recuerdos en pecado. Traté de que pareciera la más mala del mundo pero antes de dormir cerraba los ojos e imaginaba sus besos. Me arrepentía de los días en que su boca y la mía se tocaron, aquello era brujería, era lo prohibido en mi vida aburrida que tanto odiaba.

Día a día me quedé más solo, me sentí más miserable y le dije al mundo que la felicidad me invadía. Pensaba que tal vez si lo repetía mil veces se haría realidad, según yo no la extrañaba. Según mis palabras era sólo un recuerdo, un amor primerizo que me llenó de sentimientos pero que no tenía futuro. Se equivocó medio mundo y yo mentí. Me moría por ella y cada noche en medio de la oscuridad una lágrima tímida bajaba por mi rostro. No podía pensar en ella pero estaba todo el día en mi mente. No la mencionaba pero su nombre era un tatuaje en mi piel. Cosí mi boca con excusas para no verla, con límites para no buscarla y con barreras para alejarla.

Una tarde triste mi vida cambió. Fueron minutos de desesperación que pasaron como un instante entre las voces confusas de un hospital maltrecho. Yo mismo salté las vallas y los alambres de púas que escondían su nombre. Marqué uno a uno los números prohibidos en mi teléfono y la llamé. Estaba libre y me contestó, estaba nervioso y hablé rápido. Al parecer ahora tenía cáncer y ella era la única persona con la que tenía que hablar. Los latidos marcaban el ritmo de mis palabras y no se escuchaba nada más que mi voz en el vacío, repitiendo palabras que no recuerdo ni que quiero recordar. Ese día comenzó un camino que aún no termina. Comenzaron las citas y los sueños rotos. Comenzó el abandono, el dejar lo que más quería por el dolor. Dolor intenso en mi cuerpo, en mi alma, en mi mente. Lo único cuerdo de estos meses fue esa llamada. Lo único bueno fueron sus besos regresando a mi mejilla, sus dedos tocando mi cuerpo, su voz invadiendo mi alma. Eso era ya suficiente para pararme con las manos temblando, los pies fríos, las venas rotas y el cuerpo caduco. Ya eran la excusa para imaginarme una vida nueva. Los motivos faltantes para soñar por las noches con un futuro menos aterrador. Comencé un camino nuevo y aún sigo caminando hasta la línea de partida. Me dicen a diario que falta poco para llegar, me duelen los pies y mis dedos con ampollas no saben pensar otra cosa que en el instante mismo y resulta eterno. Todo regresa al inicio y por eso te pregunto:
¿Cuánto falta para llegar?

miércoles, 18 de julio de 2018

Dime por favor, ¿Cuánto falta para llegar?

Hace un tiempo empecé a contar, primero hasta 3, luego hasta cinco, llegué hasta diez, pasé y sigo contando, o al menos eso creía. Al principio supuse que siempre habrían más números, alguien por ahí me dijo que eran infinitos y que el infinito jamás termina. Hoy no creo que sea así, cuando contaba hasta tres sabía que en algún momento aprendería a contar hasta cinco, lo mismo pasó hasta llegar hasta diez. Pasaron los números y ya no sabía cual era el siguiente, miré al rededor y no sabía qué más contar. 


Hace unos días revisé en mi memoria y descubrí que ya no me quedaban números, las palabras siempre estaban pero los dígitos se fueron alejando. Podía describir mil cosas de un instante, pero no podía contar los instantes que venían luego. Podía mirar los cientos de detalles, pero no podía hacer una lista de los que me parecieron más bellos. Me acostumbré a mirar, a sentir, a tocar, a pensar en otras cosas, todas menos contar. Me ilusioné con un mundo lejos de los números y comencé a imaginar que habría mucho más cosas entre los dígitos de lo que se podía contar, subestimé las ciencias más puras y me quedé observando los placeres más sutiles, como el humo entre los maderos y las gotas en el jardín.


Hoy me desperté extraño, vi mi reloj pero no pude notar la hora, desbloqueé mi celular pero no encontré ningún mensaje, en mis contactos no existía ningún número y de pronto las palabras me dejaron de importar.


Hace unas horas que no encuentro en mi pensamiento algo que me ayude a recordar, esas cosas que me ayudaban a saber cuánto faltaba para salir a jugar, o a cuantos días estaba la navidad. 


Hace minutos estoy  aquí y  los instantes pasan y nada me hace sentido, las palabras repetidas son eso, un universo finito, grande pero sensible a la repetición, a la abulia y a la verborrea. El cielo se volvió gris, la lluvia fría y los instantes fúnebres. Como ya no sé contar, ya no sé cuántas cosas necesito, solo sé que son muchas y no las podría enumerar. Me arrepiento en este instante por subestimar aquello que alguna vez me dijeron iba a ser importante, por creer que todo sería felicidad.

lunes, 18 de junio de 2018

Ya lo encontraré

Un pensamiento rebota en mi cabeza
cual pelota de yaces 
rasga mi concentración
desordena mi caos
hinca mi ansiedad cual piedra en el zapato

Ya no puedo más
no descubro el pensamiento
está ahí y no lo encuentro
me desespero, me angustio y me preocupo
por algo que no sé

No tengo certeza de que exista
pero siento su presencia día a día
es como un susurro en mi conciencia
que me dice que no puedo
o que me replica que puedo más
que no doy suficiente
o que dí demasiado

¿Cómo lucho con algo que no encuentro?
Me dirás que es ansiedad, que pienso demasiado
No, esto es algo nuevo
la ansiedad está tan dentro de mí que yo y ella somos uno solo
y eso de pensar demasiado es como pedirme que no exista
porque si mi cerebro se detiene algún día
muero
caigo en el limbo de lo incierto sobre lo cual manejo mi balsa día a día

Debo encontrar el pensamiento
aislarlo
atacarlo ferozmente con mi orden y apelar a la razón
escribirlo en un papel
colocarlo en la pizarra
agendarlo en mi cuaderno hasta que sepa qué hacer con él


Debo encontrar el pensamiento
para contárselo al psicólogo y que me cuente por qué me vuelve loco
para decirle al psiquiatra que hay una razón lógica para todo
y para pedirle al cura un consejo sobre todo ello

Debo encontrar el pensamiento
rebota tantas veces en mi mente que ya no me deja pensar
y lo peor de todo, hace una semana
he dejado de sentir

Creo que pronto, encontraré el pensamiento

martes, 12 de junio de 2018

Nuestro secreto

Hay un secreto entre tú y yo
tus ojos lo adivinan
al verme tus labios tiemblan y lo susurran
al tocarte mis dedos escriben las frases sobre tu piel 
que lo describen

Cada palpitar cuando estamos juntos marca el ritmo
de una canción que nos relata las pistas de lo escondido
que nos cuenta poco a poco los pasos que faltan
que me dice al oído eso que tú y yo sabemos
pero que nadie confiesa

Cuando susurras mi nombre en la oscuridad
entre las letras se esconden palabras
cuando gritas en la soledad
mi alma detecta las señales
que nos llevan siempre a ese destino

ese secreto nos lleva siempre por el mismo camino
aunque parezca siempre nuevo las pisadas son las mismas
nunca vemos el final
pero siempre caminamos juntos

A veces la vida nos separa en instantes eternos
en penurias constantes o libertades confusas
a pesar de los años el camino sigue hacia arriba
con las pisadas más fuertes y el sendero más angosto
con tu mirada y la mía cada vez mas cerca mientras te beso
y con el secreto más fuerte ante nuestros oídos

Llegará el día en el que el sendero sea uno
en que las pisadas se acaben y el camino termine
llegará el día en que las voces lo griten
y esas palabras que tú y yo conocemos
dejen de ser un secreto

domingo, 1 de octubre de 2017

Pausas

El brillo de tus ojos
reflejado en mis pupilas
momentos en que me animas
y el tiempo se detiene

Tú y yo perdidos en el tiempo
dos viajeros de la vida
bajo la luz de luna, de sol y las caricias del viento
dos balsas a la deriva
y el tiempo se detiene

Siénteme en el silencio
mientras lees estas líneas
imagina mi sonrisa
cuando digo que te quiero
cuando el amor es sincero
y todo, como el tiempo
se detiene

quiéreme en intensidad
en locura, sin pensar en lo demás
sin usar la razón
sin escuchar a la gente
sin mirar el reloj, porque el tiempo
se detiene

vivamos este camino
este caminar que trae el destino
estos secretos que nos susurramos al oído
ese instante entre beso y beso
en el que el tiempo
se detiene

jueves, 31 de agosto de 2017

Entre sábanas

Son las dos de la mañana y mi corazón no para
no puede latir lento y es por algo que siento
algo intenso que me dispara
esta vez no es tristeza ni estrés, tampoco se trata de una cosa rara
es algo más dulce como la miel, como tus manos al tocar mi cara

Cierro los ojos y me encuentro contigo, mirándonos fijamente de la cabeza al ombligo
lo abro rápidamente porque me sonrojo
cuando estoy cerca tuyo no sé nada, ni dónde poner mis ojos
es que tu mirada me hipnotiza
tus labios me distraen, tu cabello me hipnotiza
tu piel es la suave seda que me abriga
que me tiene loco, que se siente como la cálida brisa
¿Qué puede hacer mi corazón, sino latir de prisa?
Porque yo, yo me quedo inmóvil
ante semejante sentimiento
jamás imposible pero a veces inverosímil

Cierro mis ojos nuevamente y aparezco en tu cuarto
envuelto en tu piel de seda en ese instante
en que tú y yo somos uno y lo demás no es importante
entre el tic tac tu reloj y el mío
bajo la luz de tu lámpara
ese amarillo inconstante
que dibuja tu silueta como una obra de arte

Es de madrugada y no tengo sueño
mi corazón es un trueno y solo quiere sentirte
mi mente es una nube y solo quiere pensarte
mis ojos se cierran lentamente, y por fin vuelvo a soñarte...

martes, 25 de julio de 2017

Las curvas de mi carrusel

Ven a mi lado, toma asiento
ponte bien el cinturón y agárrate de algo
ya encendí el motor y el timón está roto
los rieles están algo torcidos y ya tienen grietas

No tengas miedo, sé que ayer casi me mato
se soltaron los seguros, choqué fuerte y del susto casi me infarto
pero bah, no pasa nada
¿eso es lo divertido no? sin riesgo no hay gusto
sin gusto no hay vida
y sin vida no hay nada

te diría que te aviso pero no me sé la ruta
a veces sube, a veces baja, a veces se detiene
a veces veo la meta y a veces ni salgo del inicio

Es este amor sin fin, sin rumbo
es algo extraño que se vuelve un vicio
es este carrusel lleno de paradas
lleno de curvas y de partes accidentadas

pero tranquila, no temas
es mejor subir y ver qué pasa a quedarse viendo
es mejor sentir y disfrutar como va subiendo

No tengo un mapa, lo repito
son curvas interesantes, representantes del dilema
son las curvas de mi carrusel
un amor sin fin
y sí, lo sé
es un gran problema